Empiezan las primeras nevadas. Es hora de desempolvar nuestras raquetas de nieve y disfrutar de los magníficos paisajes que el manto blanco deja en nuestras montañas.
Para los que no practican el esquí de fondo moverse por la nieve es algo pesado, sobre todo cuando la capa es de un espesor considerable. Las raquetas nos permiten aumentar la superficie de contacto con la nieve y así disminuir la presión sobre la misma impidiendo que nos hundamos. Con más de 5.000 años de antigüedad, según algunos historiadores, las que tenemos a nuestro alcance son una evolución con materiales más resistentes y un diseño mejorado con fijaciones móviles que permiten al pie trabajar con libertad y también añaden puntas a modo de crampón.
Para utilizarlas solo tenemos que sujetar bien las correas, caminar levantando los pies y andar un poco más separado de lo normal para no enganchar una raqueta con otra y caernos al suelo. Para esto va bien llevar un par de bastones que nos ayudaran a mantener el equilibrio y a progresar sobre la nieve.
Cualquier excursión o sendero es apto para la práctica de raquetas aunque debemos buscar los puntos más altos de nuestras montañas y esperar a que la nieve haga acto de presencia.